San Juan Xochiaca

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El coyote que se murió de vergüenza 


Era la década de 1950, los bosques eran aún densos por Xileco, Amialco, Memetil, Palomato, Ixtacapa, Memeyal, Tenechcuntitla, los pastores y dueños de ganado ovino y caprino estaban  asediados por estos animales que eran tan valientes (o tan ingenuos quizás) que se atrevían a pasearse hasta en las calles del poblado, así que se organizaban constantemente cacerías para evitar las fechorías que propinaban estos animales a los dueños del ganado, por ejemplo; estos astutos animales, les abrían los corrales,... indagaban en donde los palopiques (tablas rústicas) estaban menos enterrados, rascaban y zafaban 2 o 3 piezas del corral que bastaban para que todo el ganado se saliera y luego era una lata salir a buscarlos porque los correcaminos tenían la manía de separar el ganado (y ya para entonces el ganado había hecho daño a los sembradíos), o aunque el corral estuviera bien elaborado, siempre había una rendija desde donde mordisqueban a las cabras u ovejas tontas que sacaban su nariz, es así que era común ver a muchas cabezas de ganado con una nariz incompleta pastando con las demás. 
Las cacerías con armas y perros eran poco efectivas por la inteligencia de los coyotes que parecía ser superior a la de los perros, pero con lo que su astucia no pudo y fue la causa de su expulsión o extinción, fueron las trampas de pinzas, estos artefactos se ponían por las tardes  enterrados en las esquinas del corral donde solían rascar o mordisquear y al otro día por la mañana era común ya ver a un coyote atrapado.  
 
Entonces quienes lo atrapaban le ponían dos cuerdas al cuello y entre dos personas lo obligaban a recorrer algunas calles del pueblo para que la gente se percatara que ya había un coyote menos en los alrededores, (también cuando era cazado con balas lo paseaban muerto) eso al principio estaba más o menos bien si consideramos el enojo de los dueños de ganado afectados, pero en posteriores capturas se obligaba a los coyotes a recorridos cada vez más largos (pobrecillos coyotes) para que quienes lo atrapaban ganaran algo de dinero al menos para su refresco o su copa, los captores recorrían casi todas las calles recibiendo propinas y los animales recibiendo a veces algunas pedradas e insultos como;  ¡Que bueno que ya atraparon a ese pinche coyote tengan 15 pesos! Los larguísimos recorridos casi siempre terminaban en la cantina con un coyote cansado, vejado, estos animales son tan nobles y orgullosos estando libres, pero cuando son atrapados se desmoronan y agachan la cabeza humillados.  
 
Aquella tarde los captores y la gente que se juntaba gastaban el dinero recabado en la cantina, el coyote yacía también dentro de la cantina, en un rincón, estirado con la cabeza entre las patas delanteras, estaban celebrando con un poco de alcohol y muchos insultos su captura, nuestro coyote protagonista de esta historia, no quiso soportar más humillaciones, estaba demasiado avergonzado, entonces se cubrió los ojos y empezó a vomitar y al cabo de unos instantes la gente se percató de que había muerto aún cuando nadie lo había golpeado.  
 
(Al último coyote se le vio por los alrededores de San Juan Xochiaca aproximadamente por 1970)
 

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