San Juan Xochiaca

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La Primera Guerra de los Ligazos


Capítulo 1. La incertidumbre.

Era 1979, a mitad de la calle 16 de septiembre se fraguaba un nuevo ataque o una defensa, 45 niños se habían reunido, 40 eran la fuerza de ataque  y 5 la logística, los que se encargaban de robarle las navajas de rasurar a sus padres para con ellas recortar las pencas de maguey y hacer parque, las preferidas eran las pencas blancas que dejaban los tlachiqueros al lado de un maguey nuevo, y las rojizas, las que dejaban los tlachiqueros al despencar un maguey viejo. Se cortaban en rectángulos de 8mm X 3 cm, y se hacían miles de estos rectángulos (parque), se ponía una liga entre los dedos pulgar e índice, se colocaba en la liga un parque doblado, se estiraba y con eso podías dar en el blanco si tenías mucha puntería en la cara de otro niño hasta a 10 m. de distancia. Los ligazos, eran más divertidos que dolorosos, sólo a poca distancia y con parque rojo dolían mucho, o en ráfaga cuando varios niños correteaban a uno solo. 

Pero estábamos en que se fraguaba entre los niños más grandes del grupo (11 o 13 años) un nuevo ataque ahora defensivo contra otro grupo de niños de por las calles de más abajo, se rumoraba que se habían logrado reunir unos 80 o más niños, y planeaban contraatacar después de una corretiza que se les propinó días antes cuando se les persiguió  por toda la calle 16 de septiembre, y luego por la 20 de noviembre y 5 de mayo, ya se sintieron en su territorio al cruzar la plaza y llegar a Guadalupe Victoria y esas calles de más abajo, La Paz, y C. Colón, porque conocían por donde escabullirse, pero eran sólo 35 niños esa vez, y ahora se sospechaba que eran 80 y para asustar algunos decían que probablemente 100 o 150.

 Capítulo 2. La alianza.  

Hasta se estaba pensando en formar una alianza con el otro “ejercito” de niños que “controlaban” las calles de arriba, por Aventuranza, Santa Cecilia y 3 de mayo, posiblemente se lograría conjuntar a 85 o 95 niños, pero había que apresurarse a trazar la estrategia de alianza y combate porque los de por allá abajo atacarían posiblemente ese mismo anochecer y sería una larga batalla atrincherados en ese territorio, pura defensa, nada de corretear.

Así pues cuando se divisaron en el extremo de la calle a los niños de por allá arriba, no se les atacó,  se dejó que se acercaran y dispararan una andanada de ligazos, y luego huyeran sin ser perseguidos, y luego otra vez lo mismo hasta que sospecharon que algo no era normal,  entonces se les hizo la propuesta de hacer un solo frente contra el ejercito de los de allá abajo que eran muchos e iban a venir con todo y contra los que se les pusieran enfrente.

Se les explicó que había niños que habían estado toda la tarde haciendo parque, se tenían por miles amontonados en un rincón de la calle, blancos, rojizos y hasta amarillos (de penca vieja asoleada, difíciles de cortar pero muy efectivos y duraderos),  realmente iba a ser una gran batalla, como no creyendo mucho en la historia de un “gran ejercito del sur” que atacaría esa tarde, un grupo de niños arribeños (de por allá arriba) dijo que sí, mientras la otra mitad se marchó fuera del alcance de las ligas, se les explicó la estrategia que consistía en rechazarlos de ese territorio, ya para esa hora había espías enemigos en la contra esquina sur, un grupo fue a dispersarlos,  en tanto los nuevos “aliados” empezaron a acaparar parque en grandes cantidades, como el parque sólo estaba custodiado por niños pequeños (6 o 7 años) nadie les dijo nada y como ya eran aliados...

Cuando empezaron a llevárselo hasta en bolsas, ya era tarde para darse cuenta que no tenían intención de aliarse sino protegerse en su territorio, y se echaron a correr calle arriba con más de la mitad del parque que un grupo de niños pequeños había estado elaborando durante horas y horas, se les persiguió pero ya el segundo grupo venía a proteger la huída. Ahora sí había que pensar en un plan B, con menos de la mitad del parque y sin aliados. Incluso con la posibilidad de ser atacados por dos partes.

Capítulo 3. Unidos hasta la victoria o la derrota.

De repente se quedaron mirando todos sin saber qué hacer, hasta que alguien dijo que aún había un poco de tiempo para hacer más parque, aunque ya no sería la misma calidad milimétrica del que les había sido robado, y hasta podía restringir la puntería de los mejores tiradores del grupo.

Afortunadamente los espías no se habían dado cuenta de la “alianza” y el robo de parque, así que quedaba el factor sorpresa, quizás hasta se fueron con la idea de que la alianza había sido un éxito y tomarían precauciones adicionales durante las hostilidades, un grupo tuvo la misión de explorar las zonas no controladas a esa hora y levantar de las calles los cientos de parques usados en batallas anteriores, cada parque podía ser usado hasta 6 o más veces en una batalla o al otro día, hasta era posible que 3 niños distintos te dieran un ligazo en la cabeza con el mismo parque, en distintos tiempos y espacios, al final se logró disponer de poco más de la mitad de parque de la que se tuvo al inicio. Se autorizó un pequeño grupo cuya comisión sería  exclusivamente juntar los parques lanzados de uno y otro bando durante las escaramuzas,  la operación debería ser a gran velocidad y protegida por el grupo de ataque y defensa, de modo que se lograse juntar en cada confrontación más parque que los recolectores de los  enemigos.

Al atardecer se unieron otros niños pequeños del mismo territorio que usualmente no solían participar en las ofensivas, pero que apoyaban en una especie de guerrillas invisibles disparando en solitario desde las azoteas de sus casas o como francotiradores desde algunas ventanas y balcones  que tuviesen una ubicación privilegiada de defensa, algunos decidieron unirse al grupo que luchaba en las calles en tanto a otros se les incentivó a que permanecieran en sus posiciones habituales de defensa del territorio desde las alturas, su labor iba  ser decisiva para repeler al enemigo y evitar que permaneciera mucho tiempo en la zona.

Capítulo 4. La madre de todas las batallas (infantiles).  

Todos a sus posiciones, a la guerrilla de las azoteas se le aprovisionó suficiente parque, para que no dejara de disparar proyectiles desde las alturas, al poco tiempo se divisó un pequeño grupo hostil, posiblemente también habían planeado el ataque, de otra forma vendrían a toda prisa, y no con el sigilo que mostraban ahora. Además de que no era toda la fuerza de asalto, la otra parte estaba ya en la calle perpendicular 20 de noviembre en los límites del territorio, con las ligas tensas. Cuando aún no estaban los defensores a distancia de tiro, los invasores lanzaron una andanada de ligazos, cientos de parques volaron por los aires en una trayectoria parabólica, haciendo blanco pero por la distancia no lograban hacer ceder ni un metro de territorio a los defensores. Los defensores se pegaban a la pared de la calle y desde ahí repelían la agresión, refugiándose en pequeñas salientes que había entre una casa y otra, por largos minutos que parecieron horas  hubo un incesante intercambio de proyectiles sin que además los invasores cedieran un metro del territorio ganado y cada vez la distancia de tiro era más corta y por tanto los ligazos un poco más dolorosos.

Para darle otra dinámica a la batalla, que ya estaba desgastando a defensores e invasores, los defensores más lentos iniciaron una retirada a terreno seguro (la mitad de la calle) donde había un grupo de defensa y estaba el suministro de parque y ligas, cuando los invasores iniciaron una persecución fue contra los más veloces y no pudieron propinarles ligazos a corta distancia, ya en territorio seguro los perseguidores recibieron una rociada de certeros ligazos desde las alturas, salían de todas partes y de ambos lados de la calle, un grupo numeroso de atacantes descubrió la posición de un francotirador que disparaba desde una ventana,   se colocaron debajo de ésta y dispararon decenas y decenas de proyectiles sobre el cristal con el propósito de asustarlo con el ruido que hacían los impactos en ráfaga, al ver la táctica y para evitar su efectividad sobre otros francotiradores, los defensores iniciaron una frenética y ruidosa embestida, bajo la ventana se libró la contienda más importante, los invasores no huyeron y se inició un intercambio de disparos a corta distancia, donde ambos bandos sentían lo duro y lo tupido de las acciones, era combate casi cuerpo a cuerpo, pero a ligazos, sin patadas o trancazos, las huidas y persecuciones eran de escasos metros y se volvía a la zona de conflagración.

Esta vez fueron los invasores quienes emprendieron la retirada, se les persiguió pero a poca distancia volvieron a agruparse y atrincherarse, en tanto un grupo recolectaba los miles de parques que estaban en la calle,  pero no fue mucho tiempo el que tuvieron, ya los invasores iniciaron una arremetida multitudinaria que hizo retroceder y correr a zona segura,  recolectaron ellos su parte del parque, y se dispusieron a atacar con todo, pero ya en la otra esquina se divisaba un numeroso grupo de los de por allá arriba, nada más expectantes, en el límite de su territorio, los defensores pensaron “ ya nos llevo la chingada” nos van a atacar también estos, y los invasores del sur pensaron, “no puede ser,  sí lograron aliarse estos ojetes”, lo cierto es que los de arriba permanecieron inamovibles, (pero nomás por un rato), en realidad ellos querían acción no importaba contra quién, así que ellos dejaron la calle y usaron las veredas, un sector cruzó la cuadra en diagonal por las veredas entre las milpas y se instaló en la esquina de Hidalgo y 20 de noviembre, desde ahí tenían visibilidad de lo que hacían los del sur, desde ahí los atacaron y también atacaron a los defensores.

En la esquina de la panadería se llevó a cabo la más memorable contienda de ligazos,( irrepetible en la posteridad), todos contra todos, un grupo pequeño del este, de por el panteón también se sumó al ver la contienda muy cerca de su territorio, y hasta los del oeste de por la zona del tanque que no sabían ni qué, ni a quien apoyar así que disparaban ligazos contra todo lo que se movía, quienes tuvieron la suerte de presenciarla porque no estaban viendo su telenovela o salieron durante los comerciales, o pasaban en ese momento por ahí, se sorprendieron de la magnitud, la capacidad de organización infantil, generalmente estaban acostumbrados a ver jugar y corretearse a ligazos por las tardes a grupos de 10 contra 10 niños, pero aquella vez hubo toda una estratagema de alto nivel, en los momentos cumbre de la conflagración  pudieron verse unos 350 o 400 niños luchando por la defensa y soberanía de sus respectivos territorios.

Se dejó de pelear hasta que se cansaron o hasta que ya no soportaron la comezón en la cara y las manos causada por el jugo del parque de maguey, y se fueron dispersando poco a poco a sus territorios.

Capitulo 5. Una tregua gradual. 

Algunas rivalidades grupales e individuales surgieron al final de esa contienda y otras posteriores, pero todo debía resolverse a ligazos, así que hasta en la escuela primaria durante el recreo, había batallas memorables, los ligazos zumbaban entre las ramas de los pinos, los barandales, de la planta baja a la alta y viceversa, y se correteaban grupos por los pasillos y adentro de los salones cuando no había maestro.

Algunos hasta fueron llevados a la dirección como reprimenda por ocupar la escuela como zona de beligerancia. Pero cada grupo estaba de acuerdo en que a los amigos y al territorio había que defenderlos. Terminaba el otoño que eran las tardes más propicias para estas batallas que te hacían correr kms. y el siguiente otoño parecía muy distante. Y al siguiente otoño quedaba la sensación de que quizás al siguiente otoño ya no habría más amigos o territorios que defender.

 


Dedicado a todos esos héroes que en la época infantil hicieron del pueblo un campo de guerra-diversión de 5 frentes, los de arriba, los de abajo, los del este, los del oeste y los del centro.
 


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